lunes, 2 de agosto de 2010

Anticlericalismo. Primera Parte

El término anticlericalismo nace a mediados del siglo XIX en Francia para definir la política a seguir en relación con la Iglesia en Francia. El término se generalizó entre la opinión pública francesa y pasó a España donde se hizo, también, muy popular en poco tiempo. Para estudiar el anticlericalismo en España debemos dividir su historia en dos períodos. En un primero se pueden rastrear posturas anticlericales desde la Edad Media hasta el comienzo del siglo XIX en plena revolución liberal-burguesa. La segunda etapa correspondería a la Edad Contemporánea.
El anticlericalismo en el primer período puede caracterizarse por ser un movimiento creyente, una de las características que le diferenciarán del posterior, y que se refleja en la literatura y en la cultura popular. Se critican los vicios, excesos y pecados de los eclesiásticos pero no se cuestionan los dogmas ni la existencia misma de la Iglesia. Se trataría de una censura moral, pero no de un movimiento antirreligioso. Tenemos que tener en cuenta que la religión impregnaba de tal manera la cultura cotidiana que determinaba los modos de vida y la concepción del mundo, algo que cambiará, sustancialmente, en la Edad Contemporánea, donde la defensa de la autonomía del individuo, de la sociedad y del Estado frente a la Iglesia llevará a una fuerte crítica hacia su poder económico, la preeminencia social eclesiástica, su influencia en la educación y la cultura, su injerencia en la vida pública y política, llegando, incluso a rechazar toda manifestación externa de religiosidad.
En la Edad Media se censura la simonía y la avaricia del clero o sus costumbres contrarias al Evangelio. El arcipreste de Hita, el autor del Libro de Alexandre, el Canciller Ayala, Fernando del Pulgar o Fernán Pérez de Guzmán son autores que nos han dejado ejemplos de lo que exponemos. En la Edad Moderna el anticlericalismo se hace más ácido; se critican los pecados de la lujuria y la holgazanería, sin olvidar la avaricia, y en casos más esporádicos hasta casos de asesinatos. En estas críticas hay que incluir las polémicas entre las órdenes religiosas, como las habidas entre jesuitas y dominicos con argumentos que luego serán utilizados contra el clero en general. Los autores del Siglo de Oro, como Lope de Vega, Tirso de Molina, Mateo Alemán o Cervantes dedicaron su atención a los excesos del clero de su época. En el mundo de la cultura popular es el momento en el que nacen muchos refranes anticlericales. En el siglo de la Ilustración el modelo cultural cambia porque se plantean presupuestos contrarios, como el racionalismo, a muchos de los principios tradicionales defendidos por la Iglesia, además de defenderse un modelo de Estado –el regalismo- que choca con los intereses y privilegios eclesiásticos. Se está iniciando el cambio hacia el anticlericalismo contemporáneo. En el mundo literario español destacaría la figura de Samaniego que en sus fábulas satirizará al clero.

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