jueves, 5 de agosto de 2010

Anticlericalismo. Cuarta Parte

Con la llegada de la Restauración la Iglesia obtendrá una serie de privilegios en pago a su apoyo al sistema político. De ese modo la institución obtendrá un papel preponderante en lo económico y en lo social hasta la llegada de la II República. En 1919 consigue que España se adscriba al culto al Corazón de Jesús. Entre la prensa y sectores de opinión más progresista y republicana va tomando fuerza el anticlericalismo. Entre 1898 y 1910 la cuestión religiosa adquiere una gran preponderancia en el debate y confrontación política. En 1909 se produce la Semana Trágica en Barcelona con quema de numerosos conventos e iglesias. La Iglesia se convierte en el blanco de la tensión acumulada: paro obrero en el sector textil y envío de las reservistas a Marruecos. Un amplio sector revolucionario interpreta la situación desde una perspectiva anticlerical. Al llegar Canalejas al poder se produce un nuevo enfrentamiento entre las posturas anticlericales y la Iglesia, ya que se dicta la Ley del Candado, que limita la instalación de órdenes religiosas. En esta tensión habrá hasta quien interprete el asesinato de Canalejas en 1912 como obra de los jesuitas. En esta época el anticlericalismo tendrá a Alejandro Lerroux, Luis Morote y a Nakens, y, anteriormente, Ruiz Zorrilla, a sus máximos exponentes.
La Dictadura de Primo de Rivera supondrá un paréntesis de la actividad anticlerical aunque algunas críticas a la Iglesia se deslizan en la prensa, como en el caso de los artículos de Luis Tapia.

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